Categoría: Educational Facilities
Fotógrafo: Jacob Due
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Concepto: la nueva escuela de arquitectura danesa, situada en Aarhus, es un edificio de carácter abiertamente industrial con zonas espaciosas de techos altos que albergan talleres, estudios de diseño, espacios de exposición y una sala de conferencias. El corazón del edificio es su comedor, que cuenta con un ambiente acogedor e íntimo gracias a la amplia reutilización de mobiliario antiguo y lámparas de Louis Poulsen.
Cuando la Escuela de Arquitectura de Aarhus se trasladó a Godsbanen, el centro tenía la firme intención de reutilizar las antiguas luminarias y muebles de la escuela, tanto para rendir homenaje a su historia como para ser ejemplo de construcción sostenible:
«Naturalmente, desde que la escuela abriera sus puertas en Nørreport en 1965 hemos adquirido multitud de geniales artículos. Reutilizar tanto como pudiéramos era un enfoque de lo más evidente. Expresa de manera inequívoca la importancia de no dar la espalda a nuestra historia, sino de dejarnos elevar por ella, construyendo a partir de sus cimientos como han hecho tantos alumnos que han pisado nuestra escuela a lo largo de los años», manifiesta su vicerrectora, Kristine Leth Juul.
Un concepto escultórico
La escuela contaba con una gran cantidad de lámparas Louis Poulsen en diversos diseños que interesaba aprovechar en el nuevo edificio. La asesoría arquitectónica Arkitema propuso combinar las numerosas lámparas blancas del comedor para crear a partir de ellas un concepto escultórico en este espacio de techos altos.
«Cada tipo de lámpara pende a una altura diferente. Además, las hemos combinado y relacionado unas con otras por todo el espacio. Contamos con cuatro tipos. De algunas de ellas solo tenemos dos ejemplares, de otras tenemos muchos. El efecto creado es espectacular y, al haber reunido tantas lámparas, estas ejercen de concepto unificador, amoldándose a la perfección a la estancia de techos altos en la que se encuentran», explica Kristine Leth Juul.
Un ambiente acogedor e íntimo
Se ha dotado a estas lámparas blancas de nuevos cables y casquillos con fuentes de iluminación LED para poder controlarlas de manera inteligente y para que su consumo energético sea mínimo. Según Sanne, estudiante de segundo curso de Arquitectura, la luz que emiten estas lámparas aporta un marco de intimidad en torno a las mesas del comedor:
«Las lámparas contrastan suavemente con el cemento y nos brindan un ambiente acogedor e íntimo para comer. Hay una hora casi sagrada, entre las doce y la una del mediodía, durante la cual todos en la escuela nos reunimos para almorzar. El hecho de poder advertir que las lámparas vienen del antiguo edificio también le aporta un aire genuino a este espacio».
Asimismo se han aprovechado las antiguas lámparas de Louis Poulsen en las salas de reuniones de la escuela, donde penden sobre las mesas para crear así un espacio de intercambio de ideas y de conversación privada. Las lámparas se alternan en su diseño y tamaño de una estancia a otra, para que de este modo cada sala de reuniones brinde una experiencia distinta a las demás.
«Las lámparas de suspensión situadas sobre la mesa aportan ambiente a la estancia. Hacen que todo se vuelva más íntimo. También podemos atenuar la iluminación para crear exactamente la atmósfera que buscamos», concluye Kristine Leth Juul.